viernes, 27 de abril de 2012

Amnesia

Abriste otra vez, para abrazarme,
tus manos llenas de tiza.

Sonreí con la canción y entendiste
todo el lenguaje de mis ojos
¿Soy acaso más que la mujer
que te oye llorar?
Histérica mujer sexualmente deseante:
Neurasténica contranatura,
impensablemente madre.

Destino fatal que con el beso,
mató al héroe.

¡Muerte a tu orden falocéntrico!
a tus mil novecientos noventa y un años
de ausencia.

Unidos en la sangre, mírate vencido
extírpate el ego engrandecido,
las estúpidas escenas de tu vida.

El whisky que nos une por las noches
el sexo que olvidamos practicar a veces
el beso que se nos pierde en la embriaguez
¡Cómo nos hemos metamorfoseado
últimamente!
Preñados de un futuro muerto
desangrados escabrosamente
por nuestra unión casi
                    casi
             casi
      casi
perfecta.

Y eres tan tarado que
frente a la niña muerta
nos morimos en la vista
de la sangre.

Desplaza la mirada a los ojos que
no han dejado de mirarte.

No hay recuerdo
porque no hay sentido
cuando tengo las venas lánguidas
por la droga de tu presencia.


Roer el suspiro

Poniendo los hielos fuera del vaso
se han fundido tus ojos de miel vaciados
perdidos tus sentidos entre el desnudo
y las hojas amarillentas
cortos tragos agridulces abren las puertas.
Sordos sorbos abren las rosas
y vamos trabajando en el jardín nocturno
entre el espacio estrecho
encorvada espalda estrechas
y las rosas explotando en la noche
disuelven los hielos
y la raíz de los asuntos germina.
Prefieres la figura de cera brillante y vacía
la muñeca de cuerda que no juzga ni odia
prefieres las rosas, nubes y pajaritos
antes que mis amapolas sangrantes, 
mareas cadentes y ángeles arrepentidos del paraíso.

Vigilia

Esos grillos borrachos que cantan
no saben
que mi sueño liviano perturban,
no saben que sin la oración aprendida
no puedo dormir latamente.
Hace años no rezo el poema
ni pronuncio el nombre de Cristo,
en él pienso y los grillos se callan
así advierto la cruz colgada en mi puerta
abrazada por lilas paredes desnudas.
Pájaros negros de tinta pueblan el techo
¿Soy acaso un muerto cercado por cuervos
que los grillos retienen en tierra?
Cristo, desde la púrpura entrada me mira
y yo cierro los ojos con un Padre en la boca,
en silencio me duermo embotada de vino.